Holaa! :)

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domingo, 2 de enero de 2011

Capítulo 3

Cuando quise darme cuenta, el chico guapo de los ojos azules se había levantado y caminaba tranquilo hacia mi. Sentí la tentación de esperarle, de saber lo que quería, pero mi cabeza me pedía otra cosa, cuando estaba a punto de echar a correr, una mano fuerte me agarró del brazo, paralizandome antes de poder dar un solo paso.
- Ven conmigo que tengo unos amigos que te quieren conocer - Me susurró al oído. Supuse que estaba borracho por el modo en que me hablaba.
- Déjame en paz - Le grité - ¡Sueltame!
- Venga vamos
Y diciendo esto me arrastró a donde estaban los demás.
- ¡Eh, chicos, mirad lo que os traigo!
- Uuh, ¡Diego esa para mi eh! - Soltó el que me había señalado.
- Anda, Pepe, no delires, que para algo la he ido yo a buscar.
- ¡Dejádmela a mí y todo arreglado! - Resolvió el tercero con una sonrisa.
- ¡Tu ya tienes suficiente con mi hermana! - Diego reía
Estaba harta de la situación, así que intervine:
- ¡No soy de nadie, dejadme en paz! - Dije intentando soltarme.
- Eh, ¡Diego que se te revela! - Dijo uno de ellos riéndose.
- La tengo controlada.
Y diciendo esto, me obligó a darme la vuelta y me besó. Su boca se movía con soltura sobre la mía, pero había algo en ella que no me gustaba, sabía a tabaco. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, y como un acto reflejo le mordí. Sus labios se separaron de los míos entre maldiciones, y la fuerza que me sujetaba los brazos desapareció. Eché a correr tan rápido como pude, sin embargo, no fue suficiente, los dos amigos de Diego me agarraron por las muñecas y me obligaron a detenerme.
- Metedla para dentro -Dijo Diego dirigiéndome una sonrisa burlona.
Yo intenté resistirme, lloré y les supliqué que me soltaran, pero no sirvió de nada, me metieron en el interior de la tienda. Y mientras Pepe y el otro chico me sujetaban con fuerza Diego comenzó a acercarse de nuevo.
Me acarició la mejilla con la mano, quise pegarle, pero me agarraban con fuerza. Sus manos se deslizaron por mis brazos, apretándome contra él, impidiendo que me moviera. Entonces los amigos me soltaron, pero no sirvió de nada, estaba prisionera en el abrazo de Diego. Entonces volvió a besarme, esta vez fue un beso más violento, como si estuviera enfadado por algo. Entonces caí en la cuenta de que nadie me sujetaba las piernas, así que le di una patada con todas mis fuerzas en la espinilla.
- ¡Joder! - Aulló él.
Separó sus brazos de mi cuerpo, dandome la oportuniad que había estado esperando. Le empujé contra la estantería que tenía detrás, y con el choque, algunos frasquitos calleron al suelo, cubríendolo de miles de trocitos de cristal. Y entonces oi los pasos subir por la escalera.

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