Holaa! :)

Hola! Es la primera vez que publico algo asi que espero que os guste y por favor comentad :)

Muchas graciias :)




viernes, 31 de diciembre de 2010

Capítulo 2

Bajamos del taxi y nos encontramos frente a una de las muchas entradas a la ciudad amurallada. Paseamos por su interior durante una hora más o menos. Estaba un poco agobiada, las calles eran demasiado estrechas y a las lados se alzaban los muros más altos y desgastados que había visto nunca. La luz del sol se filtraba entre las ramitas que hacían las veces de techo, ¡una calle con tejado!, todo aquello era de lo más extraño, las pequeñas tiendas se apiñaban en aquel espacio tan reducido, los vendedores, en la calle, te insistían para que entrases a su local y entre unos y otros se peleaban por señalarte una dirección o conducirte a algún lugar.
Muchas vueltas después y gracias a 3 Euros de "propina" para quien nos condujo hasta allí, acabamos en la plaza, era la más grande de las que había visto, y en ella se podía encontrar casi cualquier cosa.
Nada más entrar, vi encantadores de serpientes, tatuadoras, vendedores de hiebas medicinales, ¡Y hasta un hombre con un mono en el brazo!, al fondo de la plaza de divisaban entre una maraña de personas, las pequeñas tiendas de varatijas o ropa de imitación. Aquello era increible, quería verlo todo.

- ¿Qué te parece este, Paco? - Soltó mi madre de repente.
- Cualquiera con tal de sentarme un rato - Respondió mi padre vagamente.
- ¿Subimos a la terraza?
- Pero mamá, yo no quiero sentarme, ¿Puedo ir a dar una vuelta?
- Esté bien, son las 5:30, estaremos en esa terraza de ahí, a las 7 en punto, no te retrases.

Y diciendo esto, nos separamos. Di una vuelta por toda la la plaza, observándolo todo. La gente se me acercaba, me decían cosas, la mayoría de las veces no les entendía, otras, simplemente, no les escuchaba.
Y entonces, mientras miraba las tiendas del fondo, les vi.
Estaban sentados en unos taburetes en la entrada de una tienda, debían tener un par de años más que yo, y no se parecían en nada a los otros chicos que había por allí. Pero mi mirada se centraba principalmente en uno. Estaba sentado a la derecha, con una expresión completamente despreocupada y una sonrisa tonta en la cara, aunque una sonrisa preciosa, a decir verdad. Lo que más me llamó la atención fueron sus ojos, eran azules, los más bonitos que jamás había visto, el pelo corto, aunque no excesivamente, y castaño, bastante oscuro. Era increíblemente guapo. De repente, uno de sus amigos, señaló en mi dirección.

Capítulo 1

Daba gusto tener una habitación para mi sola, eran las ventajas de ser hija única. Las paredes estaban pintadas de color amarillo, pero muy clarito, casi blanco, había una ventana enorme desde la que se veía todo el patio de hotel, la cubrían unas finas cortinas de color canela. Cansada después del madrugón de esta mañana, lo primero que hize, fue tumbarme en la cama, y en seguida me quedé dormida.
Unos golpes secos en la puerta me despertaron. Suspiré al levantarme y abrí la puerta. Me encontré con un hombre bajito, de piel oscura y pelo negro y rizado, que traía mi maleta y la de mis padres en un carrito. Sin decir nada entró en la habitación, dejó en el suelo la maleta roja y desapareció cruzando la puerta abierta.
Decidí que lo mejor sería deshacer la maleta cuanto antes así que la abrí y empezé a meter ropa en el armario. Una camiseta rosa, una chaqueta blanca, una blusa de manga corta, unos pantalones cortos, unos vaqueros...
De repenté un ruido me sobresaltó, era el teléfono de la habitación, me apesuré a contestar.
- ¿Si?
- Hola Lucía.
- Hola mamá, ¿que pasa?
- ¿Has deshecho la maleta?
- Si, acabo de hacerlo.
- Pues cambiate de ropa que vamos a salir.
- No me apetece, estoy cansada, además, ¿a donde vamos a ir?
- A dar una vuelta por el centro y a la plaza.
- Está bien, en 10 minutos estoy abajo.
- Date prisa.
- Vale mamá, adiós.
Que pereza, ponerme a andar por esas calles estrechas y todas iguales, nunca había estado en Marruecos, pero me habían contado como era.
Me asomé a la ventana, hacía calor. Fui al armario y saqué una camiseta de manga corta de color amarillo, me la había regalado mi tía por mi decimosexto cumpleaños, hacía unos 4 meses; y unas bermudas blancas. Me di una pasada con el peine, unos cuantos pelos castaños se quedaron enredados en él.
Bajé a toda prisa hacia la entrada, y cuando llegué, vi a mis padres discutiendo con un hombre, cerca de un taxi.
- 6 Euros - Dijo el taxista
- Para venir desde el aeropuerto nos cobraron 4 - Gritó enfurecido mi padre
- Está bien, 4.
- 3
- No, es muy poco.
- Pues adiós
- ¡Espere! Está bien, suban.
Al parecer allí había que regatear por todo, hasta por un taxi. Nos subimos al coche y poco a poco, el hotel desapareció de mi vista.

jueves, 30 de diciembre de 2010

PROLOGO

Sus manos se deslizaban despacio por mi espalda, acarciándome. Me tranquilizaba ese contacto, aunque no debiera ser así, Diego me atraía, y eso no estaba bien, no después de lo que hizo. Me besó en el cuello, los hombros la mejilla, cubrió mi cara de besos dulces y cálidos, pero no se atrevió a tocar mi boca.
- Perdoname - Me susurró.
Me resultaba casi imposible no hacerlo, pero mi ingenuidad ya me la había jugado demasiadas veces, lo mejor sería no volverle a ver.
- No - Una lágrima desobediente resbaló por mi mejilla, Diego la recogió y sujetándome la barbilla me miró directamente a los ojos. Esa mirada me hizo romper a llorar, estaba cargada de dolor y de culpabilidad, me miraba con sus preciosos ojos azules, suplicando que le perdonara.
- Por favor.
- No puedo hacerlo Diego, no lo entiendes? - Me sorprendió el hecho de que lo había dicho gritando, estaba muy alterada, su presencia a mi lado me ponía nerviosa y con sus caricias...uff...no podía pensar con claridad. Suspiré - Dame tiempo vale? Ya nos veremos.
Y sin darle tiempo a responder, y muy a mi pesar, me alejé de él y me fui.